17 de junio de 2008

A qué cambiar lo que ya es perfecto?




Vamos a rescatar mitos que aparecían en las ediciones más antiguas del Libro de Zhuang, el segundo de los textos taoistas en importancia.

La mentalidad confuciana sólo contempla lo que se puede ver y tocar, lo que está aquí y ahora, al contrario que los taoístas que incluían entre sus creencias tanto lo visible como lo invisible, el mundo de acá como el mundo de allá, esta es una de las razones por las que muchos mitos antiguos pervivieron a través de los textos taoístas, entre ellos los que hablaban de la inmortalidad del alma, además los textos taoístas no desvirtuaron esos antiguos mitos, pero eso sí, los aprovecharon para hacer comprender sus enseñanzas.

A este grupo pertenece el que hoy presento, está recogido del libro La Mitología China Antigua de Gabriel García-Noblejas. Ed Alianza. Y dice así


"Cuenta el Libro que hubo tres emperadores celestiales: Shu, el del mar del Sur; Hu, el del mar del Norte y Hundun, el del mar del Centro; los dos primeros hicieron una visita A Hundun, quien los recibió muy cordialmente. Con la intención de corresponder a tal cordialidad, los dos primeros decidieron practicar en el cuerpo de Hundun los siete orificios "que tienen todos los seres humanos para ver, oir, comer y respirar, pero de los que carece éste". Dicho y hecho, los emperadores Shu y Hu abrieron un orificio en el cuerpo del dios Hundun cada día, con el resultado de que éste murió pasados siete días."




Hundun era un ser, que, según el Libro de los Montes y los Mares, tenía un cuerpo que parecía un bulto, un saco con seis patas, cuatro alas y nada más. Carecía de ojos, de oídos, de boca y del resto de los orificios que suelen poseer los seres vivos en general y los humanos en particular le encantaba bailar a solas.

La conclusión de la historia de la muerte del emperador mitológico Hundun apunta lo siguiente:

La Naturaleza es completa en sí misma y sabia en lo que fabrica; no queramos, pues, modificarla para hacerla a nuestra imagen y semejanza, dejémosla ser como es, no la humanicemos.

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