14 de abril de 2008

Una historia sobre el Yin y el Yang

El Yin y el Yang son indisociables.


El Cielo y la Tierra están en el origen


de todos los Seres.


Lo Masculino es inseparable de lo Femenino.




Existe una analogía entre la unión del yin y el yang, la unión entre el Cielo y la Tierra, que da origen a los Diez mil Seres, y la unión entre hombre y mujer. Del mismo modo que el ser humano emana de la reunión de las energías del Cielo y de la Tierra, el niño nace de la reunión de las energías del hombre y la mujer.
Lao Tse decía: el Espíritu del Valle nunca muere, tanto si se llama valle misterioso, como si se denomina puerta del valle misterioso; se dice que este valle es la "raíz" del Cielo y de la Tierra. El valle misterioso no es sino la vagina.


La unión entre hombre y mujer corresponde a la armonía entre el cielo y la tierra, el equilibrio entre el yin y el yang, es una unión misteriosa y maravillosa, fue representada con el Tai Ji Tu




o figura del hecho supremo; tiene el aspecto de dos peces que retozan por eso también se denomina Yin Yang Yu, dónde Yu significa pez.


Dicho esto, los chinos pensaban que si hombres y mujeres no consiguen acoplarse en el momento adecuado habrán innumerables quejas de las mujeres sin marido, desprendiéndose una energía nefasta para el Cielo y la Tierra, esto es, se sucederán catástrofes naturales.


"En la época Tang el país se vió sometido a largos períodos de sequía. El emperador convocó a sus ministros y les dijo:


-hemos agotado todo nuestro dinero en la ofrenda de sacrificios al cielo, ¿Cómo es posible que no hayamos logrado conmoverle y no nos mande ni la más pequeña lluvia?


Uno de sus ministros declaro: el dinero no tiene el poder de llegar al cielo.


-Entonces, ¿Qué podemos hacer? inquirió el soberano.


Corría el rumor de que el emperador mantenía en su palacio cinco o seis mil concubinas, las cuales no podían ovbiemente desposarse, y ello representaba un obstáculo para la armonía entre el yin y el yang que, a su vez impedía alcanzar la clemencia del cielo. Y explicaba sin duda el por qué de las calamidades que asolaban el país. Basándose en esta idea, uno de los ministros convenció a las concubinas para que, en contra de las costumbres de la época, tomaran marido con el fin de reestablecer la armonía entre yin y yang.


Cuando el ser humano es feliz el Cielo también lo es.

Pocos días después el emperador tuvo la alegría de ver llover.


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